UN DIA DE VISITA
Por> Rafael Bueno
Pinar del río (CUBA): Fuimos los primeros en llegar. Eran las seis y treinta de la mañana. Al rato llegó una señora de unos cincuenta y tantos años. Era elegante y de buenos modales. Se acercó a nosotros y después de dar los buenos días, preguntó:
-¿Ustedes están para la visita?
Yo me adelanté a los que estaban conmigo y le respondí:
-Si, estamos para la visita y al parecer las cosas hoy van a demorar…
Ella no me dejó terminar.
-Siempre es lo mismo. Los que mandan en este lugar no se han visto nunca en situaciones como la nuestra. No les importa lo que sufrimos nosotros, mucho menos lo que sufren los que están ahí adentro.
Señaló con la cabeza hacia las edificaciones que se veían a lo lejos. Nadie dijo nada. Entonces la mujer fue a sentarse a un banco que estaba a cierta distancia de donde nos encontrábamos nosotros. Era domingo, yo iba acompañado de mi madre y mi hijo.
Miré mi reloj y eran ya las ocho de la mañana cuando la mujer elegante volvió hasta nosotros. Traía un cigarro en su mano. Me pidió fuego. Después de dar una larga fumada a su cigarro, me dijo:
-¿Usted tiene algún familiar ahí adentro?
Y sin darme tiempo a responder sonrió como disculpándose:
-Qué tonta soy, es lógico que tenga algún familiar aquí, de otra manera no estuviera de visita ¿verdad?
-Tengo aquí a mi hermano… mi único hermano, es menor que yo.
A las diez y treinta de la mañana llamaron autorizando la entrada de los visitantes. Éramos alrededor de un centenar de personas. Todos caminábamos apurados, como temiendo a que llegara una contraorden y alguien impidiera el acceso al sitio. La misma escena se repetía todos los días señalados para la visita.
Busqué con la mirada a la señora elegante, iba entre los primeros. Antes de llegar al local donde nos registraban a todos, hablé otra vez con ella.
-¿Qué familiar tiene usted aquí?
Guardó silencio por unos segundos. Bajó la vista con cierta tristeza y me respondió apenas sin voz para sus palabras:
-Mi padre; lleva ya diez años aquí. Creo que se va a morir ahí adentro.
Sacó otro cigarro de su bolso y le brindé fuego. Fumó y siguió mirando las edificaciones, estaban ahora más cerca de nosotros y ya podían escucharse las voces de los que las habitaban obligados por disimiles razones. Son los condenados de unos y otros lugares, los seres humanos más tristes en todas partes del mundo.
-No debían existir sitios como estos ¿no crees?
Me gustó que me tuteara. Sonreí respondiéndole.
-Eso mismo estaba pensando yo, no me diste tiempo a decirlo.
Después todo fue la rutina de siempre. A las mujeres las separaron de nosotros para el registro. Mi madre se alejó más triste que nunca. Me dio mucha pena ver como entraba al local donde sería requisada en cada parte de su cuerpo. Sentí pena también por las otras mujeres, por nosotros y por todas las gentes que tienen que pasar por esto.
Regresamos por la tarde, lo hicimos como siempre. Mi madre y yo conversamos al final de cada día de estos con pocas palabras, tenemos una especie de código. No pude ver otra vez a la señora. Me hubiera gustado saber su nombre, conocer a su padre. Quizás otro día de visita pueda verla, entonces tal vez hablemos más y aumente la confianza entre nosotros.
Una ocasión, un aire de bonanza, una actitud ante la vida son piezas del mismo tren: subir o bajar antes del tiempo fijado, no hay alternativa, lo tomas o lo dejas, por ahí andan las cosas; eres con todo o dejas de ser porque la vida te arrincona: victima o victimario, refugiarse en los rincones y pedir al otro, al afortunado. Es el dilema de los incompetentes.
El amor no embóbese; alegra y da frutos, donde el amor nace, los odios mueren, las distancias se acortan y junto al amigo, al hermano ó la mujer de ojos color manantial allí quisiera echar anclas y por qué no; ser yo.
Al alma le salen alas, porque el corazón amado sabe esperar
Al valeroso, dad y amamantar, al cobarde y ruin larga condena.
Doy lo que poseo sin mancillar el honor, al osado la mano doy
Y en el corazón una flor.
A vida, en vano llega el amor. …..CUENTO….
LOS MUERTOS DE LAS CRUCES
Mi abuelo decía que los hombres tenían qué ser enterrados allí donde nacían, y de ningún modo estaba bien eso de qué lo enterraran en otro sitio; para ser más claro, donde yo nací había una cantidad de hombres mayores de setenta años que metía susto, a decir verdad, tal parece que en esa zona los hombres vivían para ponerse viejos, y desde luego, vivían recostados en su taburete en espera de “la pelona”.
Marcelino Zurriaga, mí abuelo, hombre de sobradas razones, de pelo en pecho eso sí, canoso, no andaba con remilgos para con la vida, para él cada cosa tenía su razón, y ante todo, ¿un por qué?; le buscaba un parecido a todo, mi padre nació y se crió en una especie de leyenda, desde donde se aprende mucho por esos caminos donde al alma se le ponen alas, y también a la imaginación; alguien presto estará como protagonista de algún cuento desde un simple muerto, o alguna solterona de más de cincuenta años, que finalmente le daba por casarse.
Pero…!siempre hay un pero! Marcelino, recostado en su taburete, en una fría mañana de enero volvía a arremeter con la mismísima jerga de siempre: lo que no acabo de entender es por que tuvieron que llevarse a Leónides para. “Jobo Ladeao”, aquí lo pueden enterrar; ¡Ah, pero Marcelino, usted sabe que aquí no hay cementerio!. --- balbuceaba Goyo, viejo amigo de la familia Zurriaga---¡ Cementerio pá que!,-- insistía ---Si aquí están enterraos todos nuestros abuelos y padres; mí padre que recién se incorporaba a la conversación le increpaba con fuerza:---¡Pero, papá--- estos no son tiempos de enterrar la gente por cualquier parte, usted no ve la televisión, no oye lo qué dicen de esos asuntos…!
Los muertos en santa paz, tienen que ser enterrados en esos lugares llamados camposanto, es decir, cementerios, estos tienen bóvedas, también hay nichos familiares, y otros que pertenecen al municipio.---¡bah, habladurías!---Ustedes cómo siempre, con la novedad. Pues sepan que por aquí, desde ni se sabe que tiempo, los muertos se enterraban en los “cañaones”: ¡y!---Masticando un cabo de tabaco que sostenía en sus finos labios, volvió a balbucear entre dientes! ---¡Carijo!---. Esto que les voy a decir ocurrió aquí mismítico, Por allí. Y señaló con el índice hacia un bajío, que hace la pendiente en el guanal, allá por el alto del arroyo, cuando los españoles andaban por estos “laos” . Mí abuelo, que sirvió en la manigua me contó bien clarito lo que vio:
Había una vez; un hombre llamado Florencio Urquijo, quien tenía nueve hijos, entrados ya los años de la guerra del noventa y cinco, le pusieron un campamento al otro lado del arroyo lleno de soldaditos, vestíos todos igualitos; imagínense ustedes -- decía mi abuelo.--- eran tiempos de guerra, y de enfermedades, por dondequiera, había gente muriéndose lo mismo de la viruela, la peste o los que mataban a tiros, porque no crean, decía: a cualquiera le pegaban un tiro, y san se acabó, había que andar bien derechito, con eso de los insurrectos, y de quienes los ayudaban.
Cuando terminó la guerra, la gente andaba por estos rumbos buscando restos de sus familiares y revolcaron todo el sitio, y pá que decir del propio, de Urquijo, por allí habían matado a una tonga de gente,…y, de qué manera los iban a trasladar, si eran montones, pues ná, los enterraban y así quedo esa costumbre…
La guerra,--decía Urquijo,-- y se metía de nuevo en su historia. Cuántos muertos tiraos por los matorrales, a veces entre mi padre y yo le dábamos sepultura a alguna persona que encontrábamos muerta. Levantó los ojos perdiéndose en la inmensidad de los recuerdos: las tiñosas, la peste, los muertos apilados por montones. ¡Había qué ver! .Muchas veces destrozados o con la peste bubónica. ¡Qué tiempos! Recuerdo una vez cuando trasladábamos unos sacos de viandas de la tierra gorda y nos encontramos con siete muertos. Mi padre se puso muy nervioso ¡Ave María Santísima!. Y ahora, qué hacemos. Yo era un revivió, pero me acuerdo muy bien, ¡cómo si fuera hoy! .Mi padre empezó a temblar y yo, ni qué decir, las piernas se me doblaban, pues en mi vida había visto muerto alguno, hasta ese momento; sólo había escuchado cuentos de los viejos de Las Cruces, y como siempre existió la rivalidad entre la gente de “Jobo ladeao”, y los de Las cruces: éstos se pedían la cabeza por asuntos de peleas de gallo y también por las mujeres. Los hombres de allá alardeaban desde tiempos remotos de que sus mujeres eran más hermosas, los de por aquí decían que sus gallos sí eran gallos de peleas, que nunca perdían.
Bueno, para no cansarlos, resulta que a mi papá se le ocurrió una idea:está bien . ¡Qué tanto miedo ni una puñeta, los vamos a llevar pá el sitio .¡Pero papá, y si por el camino nos encontramos a los soldados, qué les vamos a decir ¡Usted se me va a callar que ya veré qué se me ocurre por el camino. Y acto seguido; apartamos a un lado del carretón los sacos de malangas y ñames. Colocamos a los muertos, que bien muertos estaban, por el camino no dejábamos de hablar, para apartar el miedo . Los bueyes cansaos--- decía papá, y repetía sin cesar--- ¡Pero… ¡Si nos preguntaran de dónde son! ; les diremos !La verda!, -- que los encontramos en el farallón mucho antes de llegar a Las Cruces--¡Si…!eso diré .—¡Y si por casualidad no me creen, buscando y hurgando en su interior, volvió a lo mismo. ¡Cómo les hago entrar en razón! Ay Dios Mío, soy una calamidad. Papá, puedo, con su permiso, dar mi opinión; Bueno, sí, venga. Estaba pensando, que si los enterráramos en cualquier lugar por aquí, ellos no se pondrían bravos! Quiero decir, los muertos! ¡Eh! ¡Eh!. ¡Vamos, respete a los muertos! Hizo una pequeña pausa .Se persignó. Y, pensándolo bien, si nadie nos ve, podríamos darle sepultura santa, desde luego, sin los oficios de un cura, que es el encargado de enviarlos al cielo ante Dios. Pero, y si se entera tu madre que conoce al señor cura, dónde me meto, Dios .Nada papá, no le decimos ná y remedio santo…Muchachito, de dónde has sacao eso. ¡Tu madre nos lo huele por encima de la ropa, y se entera, puedes estar seguro lo que nos buscamos es del carajo; Mi padre seguía rezongando, y mascullando entre dientes; ¡Qué hago con estos infelices! Dios me perdone pero… debo pensar lo más pronto posible, dónde los dejo, porque lo que falta pá llegar al atajo de La Caldera.Este lugar era una especie de entrada a dos pequeñas montañas bordeando el camino y continuaba hasta el fondo de mi terruño donde nací. Allí el clima era maravilloso, siempre fresco, el sol bajaba sobre las diez de la mañana y se volvía a perder a eso de las tres o tres y media. Un arroyo, no muy profundo donde pescábamos mi padre y yo, y a veces mis amigos; por allí se pescaban camarones; el arroyo hacía un fino canal serpenteando las montañas hasta perderse en lo profundo del valle. El agua cristalina y muy fresca saludaba a todo el que entraba por ese atajo. Más atrás había otra entrada, pero por sus características geográficas se hacía más difícil llegar: primero por ser una zona escarpada y con una elevación bastante alta para una yunta de bueyes como la de mi padre, esta yunta parecía que no comía, o tenía parásitos. Él siempre lo estaba diciendo, la soltaba en los pastizales del tío Gerónimo, allá en El Jobito y estaban por tres o cuatro meses comiendo yerba, pero ná, volvían flacas y huesudas como si no hubieran comido nada. Por esta entrada cuando llovía se ponía la cosa fea: allí lo mismo te caías y dabas mil vueltas de carnera, que resbalabas e ibas a caer a los matorrales de la ladera derecha muy pegado a un farallón , donde corría una zanja de barro y agua peligrosísima.
Sin dudar, mi padre detuvo los bueyes en medio del arroyo y… ¡Pensándolo bien!, ya se nos hace tarde, y como por aquí no hay nadie. Éste es el mejor lugar. Miró a ambos lados y echó a andar hacia allí, a los bueyes, que estaban muy cansados del largo camino desde la tierra gorda del Tío Gerónimo; eso serían unas sesenta leguas, o algo así. Éstos avanzaban a duras penas por los vericuetos y las malezas tanto en el arroyo como en la subida empinada que deberían sortear para llegar a donde imaginé. Este sitio lo conservo en la memoria fresco, como si hubiera sido ayer. Aquí, y de un salto me mandó a bajar y con la soltura de un joven atleta, mi padre preparó el lugar con la habilidad que tenía entre sus callosas manos auxiliándose de su viejo machete, que siempre estaba metido entre las tablas del carretón. Cortó ramajes y limpió un espacio con no más de tres yardas y en un tris-tras , dijo ;¡Dale, baja del dichoso carretón y ayúdame! Yo, en verdad estaba cansadísimo; el viaje tan largo y el miedo a encontrarnos con los españoles, me sentía molido el cuerpo, y ya estaba deseando llegar a casa para tirarme en uno de los banco que mi padre hizo con tablas de palma...¡Vamos, no te remolonees y abre el carretón! . ¡Saca de abajo del eje la pala y el pico, y ten cuidado que están amarrados con una cabuya larga! ¡Vas a pasar un poco de trabajo!
Para mi padre, esto de desamarrar y amarrar era cosa de costumbre, andaba preparado para cualquier cosa que se presentara,--decía --.Acto seguido, comenzó a escarbar y poner a término las altas hierbas que allí se encontraban apartándolas con los pies y brazos. Yo hice mi parte, ayudando en lo que podía.
Largo rato pasó y mi padre y el pico se confundían entre el alto follaje existente aún y las sombras de los árboles, que a la distancia donde me encontraba, se podía observar; cuanto más picaba y profundizaba en el agujero, dejaba uno casi sin terminar y volvía a abrir otro; así estuvo por más de tres horas o algo así; el sol declinaba, por la ladera derecha, y la tarde se avecinaba cuando mi padre levantó la cabeza con el sombrero ladeado y sudando a mares, me dijo:---Por lo que más tú quieras hijo, ayúdame a sacar tierra, coge la pala y saca aquí. Ven, ¡anda míjo, tu padre ya no puede más! .Y acto seguido, dejó caer el pico de entre sus manos y le sobrevino un mareo. Rápidamente me tire al hueco y comencé a reanimarlo. ¡Papá, papá, qué pasa viejo! ¡Deja, ya no hagas mas huecos, con los que hay alcanzan ; pongámoslos de a dos por hueco y termina ya que te vas a morir. Me miró con la cara sudorosa y blanquecina acabado de salir de un mareo provocado por la larga faena del día, sin nada en el estómago, y como si lo que dijera fuera un insulto y a la vez un consuelo a su terrible cansancio, dijo finalmente: ¡ Esta bien, no se hable más del asunto!,---¡ Eso sí!--- Hay qué hacerlos un poco más anchos, así no caben dos, además, hay algunos cristianos, más pesados, aquellos dos por ejemplo, señalando a un lado donde habíamos colocado a dos bastante gordos.
Nos dedicamos por entero a tan seria faena, el tiempo estaba pasando velozmente y sin darnos cuenta, la tarde declinó por entero; mi padre, aceleró el picadero en una zona donde la tierra estaba dura como piedra y tirando picazos por aquí y picazos por allá, completó la cantidad de cinco huecos y exhausto a más no poder, se dejó caer finalmente sobre la hierba verde recién cortada debajo del intenso follaje de pomarrosas y bellotas que por allí habían. Lugar este donde comían los cochinos del monte y algún que otro, escapado de los campesinos y se juntaban para hacer barbaridades en los sembrados de los alrededores. Mi padre, de un salto, me miro y dijo: ¡Los cochinos!... Eso. Los cochinos los pueden sacar con su hocico .Hay Dios mío! Tenemos que profundizar más .Se tiró al primer hueco a su izquierda y empezó a cavar, con nuevos bríos, aunque sus fuerzas no lo acompañaban ya. Me atreví, como en otras ocasiones y… ¡Papá! ¿Puedo dar una opinión? Tirando el pico por encima del hombro y con absoluta resolución, detuvo lo que hacía y a ver cuál es tu idea, hijo; porque las mías se acabaron con los dichosos muertos estos ¡Qué Dios me perdone! Se persignó y esperó mi idea; ya calmado le dije: Papá si buscamos unas piedras en el arroyo las traemos y las ponemos arriba de cada tumba, los cochinos no pueden hozar. Hijo, me has dado tremenda idea, ¡Ahora a buscar piedras! Coge un saco vacío del carretón y vamos. ¡Arriba qué es tarde!
Los claros del día se estaban acabando, los grillos empezaban a silbar y los pájaros en busca de refugio para pasar la noche…y nosotros allí recogiendo piedras, para tapar tumbas, había que ver, cuando uno sale con los pies torcidos todo le sale al revés!-- decía mi padre---.Y era verdad, lo que había pasado hasta ahora, mostraba solo desgracia. Hoy no era nuestro día y nadie sabe cuántas cosas más podrían pasar antes de caer la noche. No era nuestro día, resulta que este viaje empezó mal, pues desde hace una semana el tío Gerónimo le mandó un recado a mi padre de que fuera a buscar unos ñames, malangas y algunos bejucos de boniato y otras boberías, pero entre el miedo de mi padre a andar por los caminos lejos de casa y el preparar a los bueyes con el mejor yugo, el carretón estaba destartalado; la demora en ir fue de una semana. Ese día estaban por suceder cosas: antes de salir para la tierra gorda, un buey, nombrado Pajarito, estaba enredado allá por el zarzal en Piedra Colorada, y mi padre estuvo con el asunto del buey atado por más de una hora, y mientras más lo trataba de desandar, más se trababa en el dichoso zarzal; ya cuando empezamos a ponerles el yugo, otro lío: se partió la cabuya que sostiene los frontiles a la cabeza de los bueyes; mi padre por poco pierde los estribos y halando con toda su fuerza, volvió a partir la soga. Salió mi madre espantada y le trajo otra casi nueva. Ese tiempo perdido, los contratiempos del viaje, más éste de ahora con los muertos, nos tuvo todo el día en un perpetuo ajetreo y no había manera de convencer a, mi padre, hombre de carácter recio y reservado, se trataba de eso… de su intranquilidad. Por más que lo miraba de reojo notaba en él un gran desespero, y preocupación; esto le pasó por meter las narices donde no lo llaman--¡se decía para sí, aumentando cada vez más su nerviosismo, le temblaban las manos mientras acarreaba piedras; yo apenas hacía mi parte, éstas pesaban como demonio.
La demora durante el acarreo y la caída de la tarde, con las sombras de la noche que se avecinaba nos ponía en alarma; la noche irremediablemente esta ahí observándonos a tan corta distancia, que las ramas de los árboles se confundía con figuras fantasmagóricas. Me pegaba a mi padre y lo escuchaba refunfuñar, maldiciendo a media voz, llamando a los santos por su nombre.---¡Andando, coge por los pies a éste; ven, qué pesa como carajo…! De uno en uno, arrastramos a los muertos hasta los huecos, depositándolos de a dos: los más gordos los pusimos solos hasta completar los cinco huecos. Finalmente, colocamos las piedras sobre las improvisadas tumbas apisonándolas y uniéndolas para que los cochinos no las pudieran abrir.
Llegamos a la casa en medio de la noche que metía miedo, los huecos en el camino y las zanjas hechas por las ruedas dejaban el rastro bien perceptible y el tiempo por allí no se detenía, siempre alguien pasaba con su carretón cargado de cosas; el camino, allá en lo profundo del valle se bifurcaba tomando atajos: por uno de ellos tomamos nosotros hasta desembocar en la cañada Colorada; de allí hasta nuestra casa no distaba mucho.
Así como les digo: ni más ni menos sucedió, y lo que pasó después, con el asunto de meter a los guajiros en campamentos, fue del carajo .Se acomodó como pudo en su taburete cruzando los pies ; Resulta que ni podían entrar ni podían salir, y para sembrar alguna vianda tenían que pedir un salvoconducto, porque los sembrados estaban fuera de los campamentos; el hambre y los parásitos mataron a los hijos de Urquijo. Los más débiles murieron de cólera: tres hembras y dos varones.
Los otros varones, se desparramaron por todos lados, unos pá la manigua y otros entraron en los voluntarios haciendo fechorías y otros desmanes; les dieron patente para matar, y lo más importante fue cuando estos falsos soldados encontraron el enterramiento, aquello se puso que ardía: dieron candela, golpearon sin ton ni son y la familia quedó desbaratada, su mujer murió, y el viejo, por lo brabucón que era, lo internaron allá por Bolondrón, en Matanzas. Pues saben cómo terminó el asunto. Se arremolinó en el taburete siendo observado atentamente por los concurrentes y sin apenas parpadear, esa familia desapareció cuando se llevaron a Urquijo; el pobre murió, después de la huida de los españoles, -fue una salación, decían los pocos vecinos que se volvieron a mudar, para el mismo lugar---. Nunca más el sitio volvió a ser lo que era antes: tristeza y poco movimiento; la gente casi no hablaba, y cuando lo hacían, sólo hablaban de Urquijo y su familia, de su desaparición; por allí pasaban cosas raras, a veces tú venías de noche cortando por los arroyos y dondequiera aparecía una luz enorme que se te quería meter por los ojos, y sin tú esperarlo se te desbocaba la bestia, vaya, que si no andabas ligero hasta te podías matar .Sí, como les digo . Todo eso me lo contó mi abuelo Marcelino, que en paz descanse.
Ahora viene lo más importante: ustedes pensarán que el asunto de los muertos quedó así; pues verán que no…mi bisabuelo, atarantado por la pérdida de su mujer ( mi bisabuela), se encaprichó en darle sepultura santa a los muertos del arroyo: solo y sin más recursos que una pala vieja, se puso a escarbar sin la ayuda de alguien; las fuerzas no se lo permitieron, de tanto escarbar murió de un infarto, allí, solo y sin hijo alguno, con algo más de ochenta años. Finalmente, en la sien de la tierra donde sus ancestros fueron enterrados, donde los muertos de otras generaciones se han enterrado, donde enterró con mi ayuda a los hombres que encontramos en los caminos rumbo, a Las Cruces. Allí descansan los muertos, lo mismo soldados que servían a España, o campesinos. Parece que el lugar donde nacimos y nacieron mis abuelos y hasta mis bisabuelos, está embrujado, y llama a los muertos y hasta a los que se van a morir; ¡Na. que para mí este es el lugar donde quiero que me entierren! ¡Y…, no se hable más…! Acto seguido, se levantó de un salto, entró en su casa; mi abuela lo esperaba para almorzar…
HUGO CHÁVEZ EL BURDO INOPERANTE
Ahora con su convalecencia, el presidente Venezolano Hugo Rafael Chávez Frías nos hizo recordar el aspecto folklórico que guarda en su personalidad. Su despotismo histriónico le ha dado hoy en el mundo un hálito muy personal, que muchos califican de populismo inelegante. Cedido en llevar a su país y a otros tantos del continente por el mismo camino de Cuba. Sus aversiones las descarga y las extiende hacia sus admiradores de carisma que le ovacionan las amenidades que carece. Su desapacible gusto para ser simpático, le falta; Después de tratar de ser el mejor estudiante del más antiguo dictador de América latina. De ahí proviene su venenosa inspiración.
Uno de sus Show mas recordados fue en Mar de Plata con motivo de la cumbre de las Américas. El mismo pidió un minuto de silencio para celebrar la expiración del ALCA. En otra ocasión auguró bañarse en el mar de Bolivia con Evo Morales. En una visita a Costa Rica insinuó que Condoleezza Rice necesitaría un hombre como el. Cuando visitó Rusia le hiso elogios innumerables a Stalin. En China emitió glorificaciones a Mao, Catalogó de tahún, ladrón, canalla al presidente Toledo y al presidente Mexicano Vicente Fox lo llamó cachorro del imperialismo.
Con el mismo descomedimiento le gusta disfrazarse de charro mexicano, de verde olivo para acompañar a Castro, y de cirujano con blusa cuando va a explicar sus programas de salud. En sus emisiones televisivas en el dominical ´´Aló Presidente´´ cantiflea a mas no poder. Su programa se disfruta más como un Show humorístico que como un programa de alocución sobre temas interesantes de diferentes contenidos y argumentos.
En el mismo departe temas baladíes a un 85%. Habla de lo divino, de lo humano de los avances de la nación Bolivariana, de su último corte de cabello, de su constitución, de sus viajes a Cuba y la platica con los mandatarios cubanos, como debe comportarse los maridos con las esposas y otros temas de descomposición verbal copiada exactamente de Fidel Castro.
En su ´´Aló presidente´´del domingo 5 de marzo de 2006 rompió el record de lo infantil y trivial. Saludó a una señora nombrada Ana vecina de un barrio Caraqueño. Le dice que saluda en ella a todas las Anas. Luego en un segundo de reflexión agregó que también saludaba a todos los Anos.
En Cuba también ha dejado sus historias. Cuando el presidente Chávez visita Cuba se acoge en ´´Tropicanita´´una residencia propiedad de Fidel Castro en las afueras de la Habana. Donde pasa cortas temporadas con sus ´´visitas especiales´´ produciendo memorables alabanzas que en muchísimas ocasiones terminan en vocinglerías, lanzando agudos insultos a toda voz. En sus ataques de fobias y repulsiones hacía mandatarios de diferentes naciones le ha faltado gravemente el respeto mencionando su progenitora e insultando de modo drástico y radical a los mismos.
El ejemplo más fulminante fue en el discurso ante la asamblea General de la ONU, en la que llamó al Presidente Buch ´´El Diablo´´ y dijo que aún olía a azufre en el podio. Chávez tras su personalidad ególatra y caricaturesca se analiza desde su punto de vista Psíquico, y resulta que su severo diagnostico sufre una percepción tan inflada que se descubre en el, los desechos radiactivos del máximo leninismo y los más viles absolutismos del mundo y del Castro-comunismo. ¡Que bien aprendida enseñanza de los últimos autócratas de América latina y de la revolución Cubana!
INAUGURA PRC “SUPLEMENTO INFORMATIVO REPUBLICANO”
El pasado miércoles 6 de Julio quedó inaugurado en Pinar del Río el SUPLEMENTO INFORMATIVO REPÚBLICANO que será dirigido por el periodista y realizador Rafael Bueno Ramírez. El complemento informativo será un tabloide anexo en las páginas centrales de la revista FLAMUR CUBA que recogerá el trabajo delimitado del Partido Republicano Cubano en toda Cuba. En dicha actividad participaron miembros del consejo de redacción de la revista FLAMUR CUBA y varios colaboradores de la revista TRANSICION A LA DEMOCRACIA. “El suplemento Informativo Republicano es la voz de nuestro partido y todas las organizaciones de la oposición en Pinar del Río; que junto a la revista TRANSICION A LA DEMOCRACIA será el eco de toda información con relación al trabajo divergente al sistema autocrático y canallesco que gobierna en cuba. Seremos un estandarte firme que se verá reflejado preponderantemente con la solides, con respeto con prestigio y con la disciplina que caracteriza al Partido Republicano de
CONSEJO DE REDACCIÓN DE LA REVISTA FLAMUR CUBA
Cuba; basándose como ejemplo en los estatutos y el reglamento como débito” agregó Bueno Ramírez en sus palabras inaugurales. El SUPLEMENTO INFORMATIVO REPÚBLICANO será publicado a partir del segundo número a finales del mes de julio, constará con un compendiado resumen de noticias e informaciones del Partido Republicano, e informaciones de otras organizaciones dentro de la oposición pacifica en Pinar del Río.
No hay comentarios:
Publicar un comentario